Sociedad 29 AGO 2021

Andrés Anghileri: "¿Por qué se sigue condenando al gaucho?"

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El abogado Andrés Anghileri manifestó, en una carta abierta, una serie de argumentos en contra a de la decisión de la Municipalidad de Luján de reemplazar la tradicional peregrinación a la Basílica por un nuevo desfile a caballo llevado a cabo en la ciudad. 

Luego de que el Municipio de Luján suspendiera definitivamente la tradicional peregrinación gaucha con el objetivo de “frenar el maltrato animal” y así "cuidar la vida tanto de los caballos como de los jinetes" y reemplazarla por un desfile a realizar el domingo 26 de septiembre, Andrés Anghileri, quien solía presidir el Rotary Club, escribió una carta abierta. 

En esta última, Anghilieri expresa una clara disidencia hacia decisión del Municipio de Lujan de Prohibir la peregrinación gaucha. Allí apelando al significado social, cultural y religioso que tiene la peregrinación de Luján a nivel nacional y a la historia de la misma se pregunta “¿Puede alguien prohibir una expresión de fe y tradición?”. Anghiliei afirma que “la peregrinación gaucha es una de las convocatorias religiosas más grande de su tipo a nivel mundial (…) congregando alrededor de 4.000 paisanos a caballo y que, por su trayectoria, forma parte de nuestra tradición nacional”

El escritor de la carta, además, denuncia que la principal causa para prohibir la peregrinación a Lujan es una histórica discriminación a la figura del gaucho: “existe en nuestra historiografía una corriente de pensamiento crítica y europeizante que se encargó de condenar al "gaucho" como fenómeno social, caracterizándolo como "vago" y "malentretenido", denigrando su figura, costumbres, ámbito y quehaceres” .

Argumenta este último pensamiento expresando que las prohibiciones de costumbres culturales a favor del bienestar animal son selectivas ya que, según él, muchas veces responden simplemente a “la llegada e imagen mediática” que favorece a las prácticas culturales de un sector social y desfavorece a otro: “por esa corriente de pensamiento que considera al gaucho como un producto periférico de nuestra cultura nacional es que se le imputa el delito de "maltrato animal"; pero no se le endilga la misma acusación a la práctica deportiva de otras actividades ecuestres con mejor llegada e imagen mediática y desarrollada por otro sector más acomodado de nuestra sociedad, que sí genera nocivas consecuencias en la salubridad del equino” dice el autor y agera: ¿por qué asociamos la figura de maltrato animal con la figura de un gaucho a caballo y no con otras actividades; como debería ser considerada entonces la práctica del polo, el turf, el salto? (…) por qué nadie se manifiesta en la puerta del Campo Argentino de Polo, en el Hipódromo de San Isidro o La Plata, o en el Club Hípico Alemán?. Nuestra Ciudad es cuna del Polo”.

Además, según Andrés Anghileri “el gaucho desde siempre cuidó a su caballo y así lo demuestra nuestra historia” y usa este argumento en contra de aquellos que prohíben la peregrinación apelando al maltrato animal.

Por último interpeló al Estado anunciando que la obligación de este es resguardar nuetro patrimonio cultural: “¿Acaso no es obligación del Estado resguardar nuestro patrimonio cultural?” dice el autor. 

LA CARTA DE ANDRÉS ANGHILERI

¿Puede alguien prohibir una expresión de fe y tradición?

Nos toca en estos últimos tiempos asistir a discusiones sinsentido, arengas vacías de todo contenido, donde se exponen y sostienen posturas que al oído de algún oyente distraído hasta resultan atractivas y de rápida aceptación en la opinión pública, pero que de ninguna manera resultan inocentes sino muy por el contrario, son interesadas y decididamente intencionadas; aun cuando quien las propale o divulgue manifieste un vergonzoso desconocimiento en el tema. Lo importante en el contexto actual -donde reina la cultura del "relativismo"- es opinar (aún desde la más absoluta ignorancia), peor es quedarse en la vía sin poder tomar el tren del sinsentido colectivo por no haber tenido la picardía de sacar a ventilar a tiempo el descuajeringado y apolillado libreto de frases hechas, oportunas y de mera circunstancia.
Basta detenerse un instante en su análisis para que esas frases de ocasión que solemos oír y leer sobre el gaucho y el caballo resulten obvias, pero ocurre que lo obvio pasa con frecuencia inadvertido, precisamente por serlo.

Nadie que no se interiorice o se adentre a conocer en profundidad un asunto podrá formarse una opinión y si así lo hiciera no cabe duda de que sólo se formará una opinión sesgada que indudablemente lo llevará a adoptar decisiones apresuradas que contribuirán a la confusión general y nos alejará de posibles soluciones. 

Particularmente, pretendo referirme a título personal a la "prohibición" de la realización de la peregrinación a caballo al Santuario de Luján. Después de leer cuanta nota periodística, comentario y opinión se publicara en estos días, debe uno preguntarse... ¿Puede alguien prohibir una expresión de fe y tradición?.
Para quienes parecen desconocerlo, necesario es recordar que la peregrinación a Luján, se realiza desde el 8 de Mayo de 1.945, hace apenas 76 años. Y nace a instancia del pedido que le efectuara a 5 paisanos del Círculo Criollo "El Rodeo", quien fuera en aquel momento el Obispo de Mercedes, Monseñor Anunciado Serafini, de realizar una Peregrinación a caballo para homenajear a Nuestra Señora de Luján y Patrona de la República Argentina.

Resulta por todos conocidos que más allá de su historia, la peregrinación gaucha es una de las convocatorias religiosas más grande de su tipo a nivel mundial, única muestra de fe en su estilo junto a la peregrinación a la Virgen de Itatí (Corrientes), a la Difunta Correa en San Juan, etc.; congregando alrededor de 4.000 paisanos a caballo y que, por su trayectoria, forma parte de nuestra tradición nacional. Pero ocurre que no somos la excepción; a nivel mundial, podemos citar entre otros ejemplos, lo que acontece en el sur de España, donde se lleva a cabo cada año la peregrinación a la Virgen del Rocío. La romería del Rocío es una manifestación de religiosidad popular católica andaluza cuyos feligreses participan a caballo y en carretas, recorriendo una distancia de 60 kilómetros. 

Ciertamente, existe en nuestra historiografía una corriente de pensamiento crítica y europeizante que se encargó de condenar al "gaucho" como fenómeno social, caracterizándolo como "vago" y "malentretenido", denigrando su figura, costumbres, ámbito y quehaceres; impronta que se ha mantenido a lo largo del tiempo y que aún hoy sigue vigente y vigorosa. Ahora bien, ¿cuestionar a nuestro artífice y ser nacional, no implica atacar nuestros orígenes?. ¿Acaso no es obligación del Estado resguardar nuestro patrimonio cultural?. No resulta obvio e innecesario decir que únicamente gracias al afán puesto de manifiesto por nuestros tradicionalistas en la conservación de nuestros más altos valores es que hoy podemos mostrar orgullosos al mundo caracteres distintivos, que como tales nos hacen únicos y que constituyen nuestro acervo y pasado tradicional. Pues, los desfiles tradicionalistas y en este caso, la peregrinación gaucha a Luján, nos guste o no, forman parte de una digna muestra de la más genuina tradición gauchesca.
El gaucho desde siempre cuidó a su caballo y así lo demuestra nuestra historia; y así lo sigue haciendo aún hoy. Mantuvo una relación de amistad y compañerismo inquebrantable con su caballo, a tal punto que la figura de uno no sería nada sin el otro, pues van unidos, son inescindibles. Fueron ellos (gaucho y caballo) quienes hicieron y defendieron nuestra Patria, no por nada se popularizó aquélla frase que dice "La Patria se hizo a pata de Caballo". El gaucho -además- siempre fue muy religioso y devoto de la Virgen de Luján; fueron gauchos quienes traían a la Virgen cuando ella decidió quedarse en estas tierras.

Precisamente por ello, por esa corriente de pensamiento que considera al gaucho como un producto periférico de nuestra cultura nacional es que se le imputa el delito de "maltrato animal"; pero no se le endilga la misma acusación a la práctica deportiva de otras actividades ecuestres con mejor llegada e imagen mediática y desarrollada por otro sector más acomodado de nuestra sociedad, que sí genera nocivas consecuencias en la salubridad del equino.  

En este punto, cabe preguntarse por qué asociamos la figura de maltrato animal con la figura de un gaucho a caballo y no con otras actividades; como debería ser considerada entonces la práctica del polo, el turf, el salto?. Se ha logrado la abolición de la carrera de galgos y francamente lo celebro, pero que ocurre entonces con la carrera de caballos en nuestros hipódromos? Claro está, se prohíbe la carrera cuadrera pero no el turf. ¿Este ímpetu de hacer y decir lo que conviene en el momento oportuno y ante el público indicado, no nos llevará a herir de muerte a nuestro gaucho y sus tradiciones?. Protestamos y nos oponemos a la realización de la peregrinación gaucha a Luján, pero por qué nadie se manifiesta en la puerta del Campo Argentino de Polo, en el Hipódromo de San Isidro o La Plata, o en el Club Hípico Alemán?. Nuestra Ciudad es cuna del Polo, tenemos numerosos equipos y clubes entre ellos La Ellerstina (6 veces campeón del Abierto de Palermo); que vamos a hacer, clausurar el club y prohibirles la práctica deportiva o sólo vamos a condenar al gaucho y a los denominados vulgarmente como "cirujas" como únicos maltratadores del caballo?. 

Acaso, vamos a quitarle el caballo al Escuadrón de la Policía Montada, a la Gendarmería, al Regimiento de Granaderos a Caballo y dejaremos de a pie a todos aquellos monumentos en los cuales nuestros próceres estén montados?. Los que hoy opinan, saben verdaderamente lo que significa el maltrato animal?. 
Argentina exporta a países europeos el 60 % de la carne de caballo que se consume en el mundo. Sin embargo, está prohibido su consumo interno y no existen lugares específicos donde se críen caballos para tal fin. Los que hoy opinan saben que esto ocurre y es una lamentable realidad, los funcionarios y legisladores que acción promovieron al respecto?. Se habrá preguntado alguien de dónde proviene la carne de los más de 200 mil caballos que se faenan y exportan anualmente a la Unión Europea?. 
Si no contamos con establecimientos dedicados a la cría de caballos para consumo humano como se nutre ese cupo de animales que luego se exporta; quien los provee a los frigoríficos; como justifican su procedencia; quien los controla; donde se acopian esos animales sin que el Estado, SENASA, la policía, la justicia y las asociaciones que luchan contra el maltrato animal los pueda ver?. 

Sabrán aquéllos que con tanta liviandad opinan que se encuentra vigente la Ley N° 24.525, que tiene entre sus fines el: "Fomentar la exportación y consumo de carne equina por medio del esclarecimiento y difusión de las cualidades de la misma"; y que por Decreto N° 974/98 del Poder Ejecutivo Nacional se derogó el Decreto N° 1.591/74 que prohibía en todo el territorio de la Nación la matanza para faenamiento con cualquier destino de animales de la especie equina; permitiéndose de esta forma su faena y que hoy su exportación ocupe el segundo lugar en importancia dentro del conjunto de las carnes?. Tampoco creo que haga falta agregar que el caballo sigue siendo utilizado con fines de experimentación médico-científicos por numerosos laboratorios y centros experimentales de nuestro país.

No resultará esta una más de las tantas dicotomías planteadas de manera interesada para que sólo se discuta lo obvio y no lo importante?. Actualmente el caballo puede ser faenado y exportado para su consumo e incluso utilizado con fines experimentales. No resulta llamativo que a ningún legislador se le halla ocurrido la brillante idea de prohibir la faena de caballos?.

Este año, el Municipio de Luján en forma arbitraria ha decidido no permitir la realización de la peregrinación a caballo al Santuario de Luján. Frente a este estado de situación y confusión generalizada, no deberíamos interpelar a nuestras autoridades, exigirles la conveniente y necesaria instrumentación de políticas culturales tendientes a la revalorización del gaucho como arquetipo de la nacionalidad argentina y no quedarnos impávidos observando -como protagonistas mudos- el constante ataque a nuestras tradiciones. 

Por decisión de no se sabe quién o quienes dejamos de festejar las fechas patrias, ya no forma parte del calendario oficial la celebración del "25 de Mayo", "Día de la Independencia", ni del "Día de la Tradición" pero si "San Patricio" y "Hallowen", tampoco se enseña folklore en nuestras escuelas ni se visten las ropas gauchas; sin embargo nada hacemos nosotros ni quienes nos gobiernan para contrarrestar este proceso de desculturización.

Hace falta decir que si aún hoy se continúa ensillando un caballo a la vieja usanza criolla, en forma prolija y cuidando al animal, se desfila para una fecha patria o se baila un malambo o una zamba es gracias a la señera labor que en forma solapada y silenciosa realizan los centros y agrupaciones tradicionalistas; quienes diariamente, sin recursos ni ayuda estatal, desarrollan una persistente labor educadora en nuestra juventud; transmitiendo profundos valores patrios. Sorprendentemente se pregona el interés en mantener y conservar nuestras tradiciones pretendiendo cambiarlas, acaso es posible tal cosa?. 

Por caso, no resulta casual que en una fiesta tradicionalista se reúnan 5.000 a 25.000 personas, todas con un cuchillo en la cintura y no haya un solo herido por arma blanca?. Se podría permitir el ingreso del público a un recital o un partido de fútbol con un cuchillo a la cintura sin que surjan reyertas?.   

La prueba del desconocimiento surge claramente cuando quienes hablan de "maltrato animal" entienden por tal la sola acción de montar un caballo o de atarlo a un coche (carruaje). 

Hoy, quienes demonizan la peregrinación, hablan de un "verdadero infierno equino". Denuncian públicamente a los "carros tirados por caballos en pésimas condiciones de salud" y a los "batanes desvencijados", pero debemos preguntarnos como hacen esos "carros con ruedas de goma" y "batanes" para atravesar la jurisdicción de 2, 3 y hasta 4 Municipios sin que ningún control los detenga, como circulan batanes sin la habilitación de SENASA?. Naturalmente, nadie comulga ni permite estas acciones pero sin embargo ocurren frente a la vista de todos mientras el Estado mira para otro lado.  

En definitiva el problema planteado por la peregrinación y aquellos que trasvestidos con ropas gauchas maltratan al caballo se ha generado e incrementado en los últimos años por la desidia e impericia del Estado en el ejercicio del poder de policía y la opinión de aquellos que consienten desde el más absoluto desconocimiento. Si el Estado cuenta con la Ley Nacional N° 14.346 "Ley Sarmiento" (sancionada en el año 1.954), organismos como SENASA, las ordenanzas comunales vigentes, los recursos económicos y humanos para la realización de los controles sanitarios y para castigar al culpable del maltrato y resguardar al animal víctima del maltrato, ¿por qué condena a todos los que participamos de la peregrinación por igual de la comisión de un delito que sólo cometen unos pocos?. ¿Permitimos la faena del caballo con fines de comercialización para la exportación pero prohibimos una peregrinación por maltrato animal?. ¿Por qué el Estado nos hace responsables de su ineptitud en el manejo del tema?. O, mejor dicho aún, por qué se sigue condenando al gaucho?.

"Hay hombres que de su ciencia tienen la cabeza llena; Hay sabios de todas menas, más digo, sin ser muy ducho: Es mejor que aprender mucho el aprender cosas buenas"

(José Hernández - "El gaucho Martín Fierro")

Andrés Juan Alberto ANGHILERI
DNI Nº 27621564.
[email protected]

Foto de Andrés Anghileri: Milenio Media.

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