Seguridad 5 JUL 2023

El crudo testimonio de Martina, tras el fallo que condenó a quienes ella denunció por abuso en una fiesta de egresados

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Después de casi un año, la Justicia declaró culpables a los dos jóvenes que la atacaron sexualmente en el baño de una casa donde ella, junto a sus compañeros del colegio San José, celebraba el UVI (último día de vacaciones de invierno) en agosto de 2022. Tras el fallo, la chica, de 18 años, se animó a hablar sobre la terrible experiencia que sufrió.

Pasó casi un año y en los ojos de Martina Fernández todavía hay vestigios de una situación que le duele, y lastima, que se hace carne y que, también, ella decide enfrentar. Aquella fiesta donde se suponía debía divertirse, contó que se salió de control y ella "se encontró encerrada en el baño por dos jóvenes que se aprovecharon de ella y la violaron". Pese al miedo que sintió, tomó valor para denunciarlos y, un año después consiguió un fallo a su favor, condenatorio de los dos acusados.

Aunque dijeron que han vivido situaciones difíciles tras la denuncia inicial, con amenazas y escraches, la familia de la chica decidió esperar los tiempos de la investigación antes de exponer públicamente el caso. Y ahora, tras la decisión del tribunal de Mercedes, se sintieron con la confianza para hacerlo. Con mucha valentía frente a la exposición y a pesar de lo mucho que la han agredido, Martina eligió mostrarse y contarle, en exclusiva a La Posta, el horror que tuvo que atravesar y que, aún siendo una marca indeleble, trata de dejar atrás.

Primero, comenzó hablando Ana Mottino, su abogada, que desde hace años patrocina a víctimas de abusos sexuales o de violencia de género, y dijo que "en su momento, no lo quisimos explayar demasiado ni tampoco contextualizar, porque estaba en plena investigación y porque también había situaciones, en el contexto de las redes sociales, del cual traía más confusión que certezas. Entonces, en este plano, hoy estamos en otra situación y que entendemos que es necesario que se conozca, que se sepa y que también la comunidad tenga, digamos, en este contexto, momentos de reflexión sobre esto. Esto es lo último y lo más importante. Queremos que se sepa con un objetivo muy particular. Primero, antes que nada, la prevención. Y en segundo lugar, incentivar a que todas las víctimas no se callen, hablen y que hagan lo mismo con Martina, que es la víctima de este episodio, de este abuso terrible, y que ella en primera persona lo va a contar y lo viene a decir".

A su vez, la letrada remarcó que la fiesta se realizó en una casa particular y "en un día previo a ingresar al colegio, todos juntos, celebrando, festejando este momento que tiene que ser confraternal, pacífico, amistoso, y que después se convirtió en este caso, en particular para Martina, en un martirio, justamente. En una tragedia en su vida, en la cual hoy está transitando, y estoy segura de que lo va a poder superar". También detalló que en la vivienda donde ocurrió todo "había mucho alcohol, en donde hubo situaciones de desmanes y de comportamientos no adecuados que terminó en un episodio nada más y nada menos que de violación".

El relato de Martina

La chica contó que todo sucedió alrededor de las 5.30 de ese 1 de agosto. "Ya todos estábamos alcoholizados. Yo había hablado con uno de los chicos, Davor Lucero, y aunque no recuerdo como salió la conversación, le había dicho que podíamos tener relaciones, pero sólo con protección, si no, no. Quedó ahí, seguimos en la fiesta, yo por mi lado y él por el suyo. En la casa no vi ningún adulto que nos mire, ni nada, según nos dijo una de las chicas dueña de la casa, su mamá estaba adentro durmiendo. En un momento yo me acerqué al baño y abren la puerta y había tres chicos adentro. Davor Lucero, Alan Abbondanza y otro chico más. Davor, al ver que era yo, me agarró del brazo y me metió adentro. Yo no entendía nada porque fue todo muy rápido. Empezamos a besarnos, hasta ese momento era todo consentido, pero después me di cuenta que el tercer chico ya no estaba más ahí y Alan y Davor empezaron a manosearme".

Cuando la situación empezó a ponerse cada vez más difícil, ya era tarde para Martina. "Me empezaron a subir la pollera, yo les dije que no que ya no era lo que yo quería y ellos me ignoraron y siguieron haciendo todo lo que quisieron. Me levantaron la pollera, me bajaron la bombacha, me agarran de la cabeza y me hacían fuerza para abajo, insinuando que les hiciera sexo oral, mientras el otro me hacía sexo anal. Y yo en mi cabeza en un momento se me ocurrió de que me estaban violando, porque me estaban ignorando pero ninguno de los dos hablaba, ni yo tampoco. Yo quería reaccionar pero mi cuerpo no podía. Aparte que yo me sentía intimidada porque eran dos y eran más grandes y yo era más chiquita. Uno de los chicos además tenía la puerta, que la mantenía cerrada. Se apoyaba para que no no se abra ni entre ni salga nadie".

Martina recordó cuando terminó la secuencia: "Y en un momento recuerdo yo que vi un flash, mientras estaba sucediendo todo, vi un flash en la ventanita que estaba en el baño y fueron, no sé, unos segundos cuando yo lo vi y después yo no lo vi más. Bueno, no recuerdo cómo terminaron los chicos de soltarme, que terminó la situación, pero Yo pude reaccionar cuando escuché que mucha gente empezaba a golpear la puerta todos juntos, escuchaba que había mucha gente golpeando y ahí pude reaccionar y no sé cómo se separaron ellos o yo les dije algo, solo me acuerdo que se prendió la luz y yo ni los miré a ellos, me bajé la pollera, me acomodé, me enjuagué la boca y salí del baño y ellos siguieron adentro del baño".

Luego, continuó: "Cuando salí, noté que habían cortado la música y se sentía una tensión y todos me estaban mirando como si se habían dado cuenta de que había pasado algo. Y yo en ese momento no supe qué hacer lo único que quise hacer fue disimular de que nada había pasado no quería que nadie me pregunte nada y yo misma seguí intentando entender la situación y todo lo que había pasado. Se acercan un grupo de chicas a preguntarme si estaba bien, que era mi primera vez, que si yo quería, y entre una de esas chicas, una me dice que si estaba bien, que a ella le había querido hacer lo mismo pero también estaba empezando y cuando ella se dio cuenta que no quería, ella pudo salir y nada, y se acercó a mí a preguntarme si yo quería y si estaba bien. Yo le dije que sí, estaba bien, no quería hablar con nadie. Lo primero que quería era deshacerme de la gente e intentar seguir normal. Esa chica fue a hacerse mi amiga y seguir mandándome mensajes, insistiéndome que si necesitaba algo que hable con ella, que a cualquier hora, lo que sea, y por suerte no confié en ella, porque terminó apoyándolos a ellos".

Una fiesta con excesos, falta de control y ¿un ataque sexual planificado?

Martina se encargó de remarcar que en esa casa "todos éramos menores y había mucho alcohol y todos estábamos al alcance, así estaba todo en la heladera y agarraban y se servían todo lo que querían y básicamente hacían todo lo que querían. Y si hubiera estado un mayor, aunque sea uno, hubiera sido diferente. Uno de ellos también habían preparado una bebida con una mezcla de varias bebidas y nos daban de tomar. Davor venía con una botella de vodka y nos hacía tomar shot también. Era como que quería que estemos todos en el mismo nivel y así como si fuera algo planeado digamos de si como que lo hubiesen pactado digamos de llevarlas después al baño después de alcoholizarlas y podría ser que haya sido planeado. Ellos lo veían como un chiste o como algo divertido, un juego, como que ellos eran los capos. Y yo era, no sé, una tonta, una boluda que tuvieron la suerte y la agarraron. Un chico que, por lo que supe, terminó en un coma alcohólico en la misma fiesta y después estaba yo nada más. Y nada, la mayoría, como eran amigos de ellos, lo apoyaban a ellos.".

Las burlas y la revictimización

Martina contó que ese mismo día su padre la fue a buscar y la llevó junto a unas amigas al colegio. "Estaba adolorida, era incómodo sentarme, me dolía. Tenía sangrados. Lo que había pasado lo tenía muy reservado en mi cabeza. Mis amigas me insitían para que hable porque sospechaban que algo había pasado", dijo. Y cuando contó finalmente la situación a sus amigas, "traté de hacerlo como si hubiese sido algo normal pero ellas me dijeron que no era normal, que era una violación. Yo esos días iba al colegio, dormía todo el día cuando volvía a mi casa y no quería comer. No quería tener contacto con nadie. Lo único que me distraía era pasar tiempo con mis amigas. De vez en cuando ellas querían tocar el tema para que me diera cuenta de la situación y pudiera hablar".

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Además del dolor por lo ocurrido, "en el curso de Ciencias Naturales me enteré que estaba circulando un video mío, que fue el flash que yo vi dentro del baño. Fui a preguntarle a Davor pero dijo que no sabía nada. Se corría el rumor de que una chica de Economía había grabado el video, él se acercó a preguntarle pero ella se negaba. Y una amiga de ella también negó haber sido. Entre ellos se cubrían. Y en el grupo de Whatsapp se pasó un sticker de una captura del video, ahí me sentí muy expuesta. Y ahí decidí contárselo a mis papás. El día de la fiesta le había contado a mi mamá que había tenido relaciones y le había pedido que me compre unas pastillas, algo que le había parecido raro a ella que fuera en una fiesta, todo alocado. Pasó una semana hasta que les pude decir la verdad y que quería hacer la denuncia. Me puse a llorar, mamá me abrazó. Después le fuimos contando a mi papá y al resto de mi familia".

El después de la denuncia

Martina pasó sus días entre declaraciones y trámites judiciales. Contó que le hizo una restricción perimetral a Davor Lucero, "a la chica que grabó y a otros más. En el colegio le habrían dado clases virtuales a ellos para que no vayan y no tener que cruzármelos, pero igualmente sentía trato diferente de las preceptoras. En un momento volvieron a la escuela y no me avisaron nada. En un recreo los vi llegar y todos los abrazaban. Fue un momento muy incómodo. En el colegio dijeron que pensaron que nos íban a avisar desde la Fiscalía, que pensaron que ya sabíamos. Me los seguí cruzando en el patio, me miraban, hacían caras, hablaban de mí, se reían. Fueron a hablar mis papás y el colegio finalmente tomó medidas y los cambiaron de patio para que no me los cruce, pero igualmente de vez en cuando pasaban y los directivos no les decían nada".

La chica continuó: "Lo social fue muy difícil. Corrían muchos rumores, yo quería hablar para callarlos a todos pero a la vez no porque tenía mucha gente en contra, así como también a favor. Me mantuve al margen. Salieron escrachos a mi papá, me llegaban amenazas. Mentiras sobre mi papá, sobre mí. Las amenazas siguió, por la calle me gritaban 'la violada', se lo tomaban como un chiste, me decían que yo era la putita, la trola. Después supe que los llamaron a declarar, y los detuvieron y los mantuvieron en prisión preventiva. Declararon los testigos también. En mi caso habia pruebas y eso ayudó mucho en el juicio. Aunque no me los crucé más a ellos, me cruzaba a sus amigos y a mí dejó de interesarme salir porque tenía miedo de verlos o que me agredieran verbal y físicamente, ya no era lo mismo".

Sobre los abusadores, dijo que "ellos eran intimidantes para mí, porque soy chiquita y ellos son más grandes que yo en altura. Me sentía indefensa. En el momento de la violación, me agarraban del cuello para que les de besos, me pegaban en la cola, me agarraban fuerte de las piernas. Yo creo que ellos tenían una vida más sexualmente activa y como no sabia tanto yo, se aprovecharon de mí. Su familia y ellos nunca ofrecieron disculpas. Por más que las pidieran, no iba a arreglar lo que habían hecho".

Ante la pregunta de si tuviera que buscar responsables de lo ocurrido, mencionó: "En la fiesta todos éramos menores, había mucho alcohol en la heladera, estaba al alcance, agarrábamos todo lo que queríamos. Si hubiese habido un adulto controlando hubiese sido diferente. De hecho, un compañero mío terminó con un coma alcohólico esa noche. Los chicos que me violaron solían hacer chistes y llamar la atención en el colegio, y esa noche habían preparado una mezcla de varias bebidas alcohólicas, nos ofrecían shots de Vodka. Era como que querían que estemos todos en el mismo nivel de alcohol. Y cuando me violaron, ellos lo vieron como un chiste y como que eran capos y yo la tonta a la que agarraron. Y los compañeros de ellos decían que yo era una putita, que yo quería. Decían que cuando salió el video yo inventé todo para que mis papás no supieran que había tenido relaciones".

Justamente, sobre el video, dijo: "Yo, con lo que me había pasado, ya estaba muy mal. Lo único que hacía era dormir para no pensar tanto. Y cuando me enteré del video, recordé el flash que vi en el baño, no lo vi y tampoco quiero verlo, pero sí vi el sticker de Whatsapp que hicieron de una captura de esa filmación. Y que todos se rieran de mí me hacía sentir señalada, observada y muy mal". Además, agregó: "Yo no fui al viaje de Bariloche por una situación ecónomica. Mis amigas fueron y la madre de uno de los chicos involucrados hizo un banner con la cara de uno de ellos y los compañeros se sacaban fotos con el banner. Como que le creían y apoyaban".

"Cuando los detuvieron supe que hice bien en denunciarlos. Estuve yendo a una psicóloga, a una psiquiatra. En el juicio, hablar fue muy duro, muy difícil, tenía miedo de decir algo que me perjudique. Pedí que Davor y Alan no estén delante mío porque no iba a poder hablar, y los tuvieron en un cuarto cercano. Expliqué todo pero siento que no profundicé bien en el daño que me hicieron".

Por último, Martina, que a futuro planea estudiar la licenciatura en trabajo social para poder ayudar a vecinos en situaciones de vulnerabilidad y, por qué no, a personas que sufrieron abusos sexuales también, cerró: "Me puso feliz que chicas que hayan pasado por una situación similar se hayan acercado a mí a hablar conmigo. Ojalá la gente no se quede callada, por más que no siempre se hace justicia, es bueno hablarlo y no guardárselo".