Cultura 17 JUL 2025

La historia del rodriguense que llegó a la "meca del jazz" tras tocar hasta en cruceros

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Tomás Martínez, un joven saxofonista rodriguense de 25 años, ha convertido su pasión por la música en una extraordinaria travesía que lo ha llevado desde nuestra ciudad hasta los estudios de grabación más legendarios del jazz internacional, con la marca de Miles Davis. Ah, y en el medio hasta trabajó en cruceros... De todo eso y más, habló en el último capítulo de "Contame La Posta" 

Desde muy temprana edad, a los cinco años, Tomás ya sabía que quería dedicarse a la música. Comenzó su formación aprendiendo a tocar la guitarra, un instrumento que estaba disponible en su casa gracias a que su padre también la tocaba y cantaba. Fue a través de una de sus profesoras de música, Silvia Ampudia, que incorporó el saxofón en su preadolescencia, un instrumento que sin saberlo lo llevaría a recorrer el mundo.

Mirá acá la entrevista con Tomás Martínez en CLP 

"Ella quería que yo empiece a estudiar un instrumento distinto porque ya venía tocando la guitarra y cantando hace varios años, y en ese momento yo elegí el saxo porque nunca había visto uno ni de cerca así que era desde la curiosidad absoluta", comentó en la entrevista durante el último episodio de Contame La Posta. Asimismo, aclaró que "es un instrumento que como la línea de dificultad que tiene es más bien empinada. Al principio quizás mis padres fueron lo suficientemente pacientes como para dejarme practicar y sonar muy mal durante mucho tiempo".

Tras finalizar la Secundaria, Tomás continuó su formación en la Escuela de Artes de Luján, la más cercana a General Rodríguez. Su siguiente paso fue trasladarse a la Ciudad de Buenos Aires, donde fue seleccionado para el Conservatorio de Música Manuel de Falla, conocido por tener una de las carreras de jazz más importantes de Latinoamérica. Su dedicación y talento le valieron el reconocimiento como "Personalidad destacada y Embajador cultural de General Rodríguez". 

A pesar de su progreso, el joven se encontró con una barrera significativa para continuar su crecimiento musical: la oportunidad de estudiar en prestigiosas instituciones de Estados Unidos a través de becas. Sin embargo, estas becas solo cubrían la matrícula, y su visa de estudiante no le permitía trabajar para cubrir otros gastos, haciendo inviable su estancia en Nueva York, especialmente considerando que sus padres son docentes de escuela pública.  

Para superar este desafío, Tomás encontró una solución innovadora: trabajar en cruceros como parte de cuartetos de jazz. Esta experiencia le permitió no solo practicar y desarrollarse musicalmente, sino también ahorrar casi todo su salario al no tener que pagar alquiler, comida o traslados. Realizó tres contratos en cruceros, navegando por la costa oeste de Estados Unidos y México (6 meses); Alaska y Canadá (4 meses); y el Mar Adriático (Italia, Croacia, Montenegro, 3 meses). 

"La experiencia fue buena porque yo tuve la suerte de poder irme con amigos. Yo siempre me fui con el cuarteto de jazz y en ese caso yo audicioné con una banda y viajamos con una banda, entonces pude elegir gente con la que me llevaba bien y músicos que tocan bien. Así que fue como la situación ideal porque podés tocar todas las noches, practicar, seguir desarrollándote, viajar y ahorrar plata", ahondó. 

En cuanto al público que consume jazz en los cruceros, señaló: "depende. Hay cruceros y cruceros. A veces la función que cumple la banda en los cruceros es más bien de fondo y otra veces se supone que cuando tocas en un club de jazz, la gente paga una entrada para ir a verte a vos específicamente, no un valor agregado a la experiencia sino que sos el objetivo de la salida"

Luego de su primer crucero, incluso pudo tomar una clase con el legendario saxofonista Charles McPherson, quien lo impulsó a buscar oportunidades en Nueva York. Tras dos contratos, audicionó para el Tribeca Art Institute de Nueva York, un curso intensivo para jóvenes con habilidades extraordinarias.

Aunque, sin duda alguna, el logro más impactante en su carrera hasta la fecha, según él mismo relató, fue grabar un disco con sus músicos favoritos en el estudio Rudy Van Gelder, considerado el más legendario en la historia del jazz. Este estudio es famoso por haber sido el lugar donde se grabaron los discos de jazz más importantes, incluyendo algunos de Miles Davis. "El sonido del estudio es increíble. El saxo suena mucho mejor que en cualquier lado. Es ese sonido de los discos que escuché toda mi vida. Me sentí representando al país", afirmó. 

En esta memorable sesión, grabó su disco junto a tres de sus ídolos, ganadores del premio Grammy: Michael Weiss, David Wong y Kenny Washington. También grabó una reinterpretación de "Don't Blame Me" con la joven promesa argentina Dalila Galeano. 

El "sueño americano" 

Actualmente, el joven oriundo de barrio Raffo está tramitando una visa de artista para poder quedarse a estudiar y tocar en Estados Unidos, mientras se encuentra en Buenos Aires enfocado en la postproducción de su disco grabado en el país norteamericano, que aún permanece inédito. El proceso para la visa es complejo, ya que debe demostrar un nivel y alcance artístico internacional, además de acreditar oportunidades de empleo en EE.UU., para lo cual necesita cartas de recomendación e intención de empleo. 

"Es un proceso bastante largo y en general es un proceso que se hace con un abogado de migraciones, porque ellos están más familiarizados con el proceso burocrático y tienen como ya un formato y básicamente que completar los datos solamente. Además hay unos formularios que son difíciles de completar porque tienen un vocabulario muy específico, de hecho lo intenté y no pude, no entendí casi nada de lo que decía", se sinceró. Para ello, requiere completar un currículum extenso de entre 300 y 1.000 páginas: "yo creo que parte del objetivo es que sea desalentador y que parezca inalcanzable, porque ya es como un filtro para que no haya tanta gente que aplique".

No obstante, sobre su motivación de ir a Nueva York, enfatizó que obedece "exclusivamente a lo artístico. Lo que tiene Nueva York es que tiene muchos más clubes, mucha más cantidad de músicos que van todos los años, y algunas leyendas que quedan vivas todas viven en Nueva York. Entonces hay como una posibilidad de crecer y aprender y desarrollarse, que en este momento a mí me gustaría aprovechar por lo menos durante cierto tiempo y poder perfeccionarme lo más que pueda"

"El mejor país del mundo"

A pesar de su búsqueda de desarrollo internacional, Tomás subraya que "Argentina es el mejor país del mundo fuera de la ecuación musical. Me encanta"

Respecto a la escena del jazz, observa que en Argentina, al igual que en muchos otros ámbitos, el jazz está "hipercentralizado en la Ciudad de Buenos Aires", con la mayoría de los clubes y festivales concentrados allí. Sin embargo, considera que la escena de Buenos Aires es "particularmente grande", incluso más que en muchas ciudades del mundo, como Los Ángeles, que tienen menos clubes de jazz. Destaca que el lenguaje y repertorio comunes del jazz permiten que músicos de diferentes partes del mundo toquen juntos sin conocerse previamente. 

"Yo creo que de Latinoamérica, de los países hispanohablantes, en general Buenos Aires tiene la mejor escena que yo conozco", sostuvo. 

Aunque igualmente hizo un breve análisis de los países con más consumo de esta música: "el jazz es medio global en algún punto. Si bien tiene origen en Estados Unidos, es una música de raíz negra como la salsa o el candombre y un montón de música de toda América. Y tiene una característica que es como poder improvisar, hay como un repertorio común y un lenguaje común, entonces eso lo que permite es que vos te encuentres con gente con la que no tocaste nunca y no conocés, podés tocar con ellos porque todos saben las mismas canciones y saben cuáles son los códigos del lenguaje para poder hacer una versión de esa canción".

"En todos lados hay una escena de jazz y músicos de jazz. Yo creo que Nueva York es la número uno, quizás la número dos es París, que también tiene muchos clubes y tiene conservatorios para estudiar jazz. En Amsterdam, en Japón, hay mucha gente audiófila como fanática de escuchar discos, así que hay una gran tradición de los vinilos", añadió. 

En el último tramo de la entrevista por el streaming de La Posta Noticias, Tomás Martínez lamentó que actualmente no haya espacios regulares para tocar o escuchar música en vivo en la zona. "Hace un par de años que no hay espacio donde poder tocar o ir a escuchar música en vivo en general en la zona", algo que si alguna vez se concreta sería sumamente beneficioso para la zona oeste y, a su vez, haría que no todo se concentre en CABA.  

El joven saxofonista comenzó a tocar jazz en General Rodríguez, donde su profesora de guitarra y canto, Silvia Ampudia, tenía una banda que tocaba jazz regularmente en bares locales. Pero, en contrapartida para el público rodriguense interesado, remarcó que "el primer paso suele ser ir a Luján, ya que allí hay una escuela de arte, más músicos y más lugares para tocar". Eso sí, para finalizar aclarando que "la oferta en Luján tampoco es mucho más grande" y que la misma situación se presenta en Ramos Mejía, donde existe otro conservatorio de música popular, el "Leopoldo Marechal".