Según la Asociación de Aseguradores Argentinos (ADEAA), el 60% de los asegurados optó por cambiar su póliza por una más económica para reducir costos. En muchos casos, el cambio implica pasar de coberturas “todo riesgo” a opciones más limitadas como terceros completo o terceros simple, lo que reduce la prima mensual pero también el nivel de protección
La compleja trama de la economía argentina está redefiniendo un pilar fundamental para los automovilistas: el seguro vehicular. Lo que antes se consideraba un gasto ineludible, hoy es objeto de profundos recortes, impulsado por la inflación persistente y la consecuente pérdida del poder adquisitivo. La Asociación de Aseguradores Argentinos (ADEAA) ha desvelado una realidad inquietante: seis de cada diez conductores (o el 60%) han optado por reducir drásticamente su cobertura en el último año para alivianar sus bolsillos.
Este movimiento estratégico implica una migración masiva desde las pólizas “todo riesgo” o las coberturas más amplias hacia opciones considerablemente más básicas, como el “terceros completo” o el “terceros simple”. La disminución es notable, afectando a quienes antes contaban con seguros más robustos.
El encarecimiento de las primas no se debe únicamente al incremento directo de las cuotas. Daniel Salazar, director ejecutivo de la ADEAA, ha desentrañado los factores clave que contribuyen a este fenómeno:
-El creciente valor de los vehículos asegurados: la suba constante de los precios de autos nuevos y usados encarece automáticamente el seguro, incluso sin modificar la póliza.
-El espectro del robo: un alarmante aumento en los robos de vehículos obliga a las aseguradoras a afrontar más siniestros y, por ende, a ajustar sus costos.
-La marea de la litigiosidad: existe un incremento en los juicios por responsabilidad civil y en el monto de las indemnizaciones, lo que presiona al alza el valor de las pólizas. Como Salazar explica, las primas son un fondo para cubrir siniestros, y si estos aumentan en cantidad o valor, la cuota inevitablemente sube.
-La escasez de repuestos: la dificultad para conseguir piezas y el aumento desproporcionado de sus precios (superando incluso el de los autos 0km) añaden otra capa de complejidad al cálculo de las primas.
-La presión de otros gastos: el incremento en combustible, peajes y mantenimiento vehicular empuja a las familias a buscar cualquier reducción posible en el presupuesto, y el seguro entra en esa ecuación.
La era de la renovación automática de pólizas ha quedado en el pasado. Ahora, los automovilistas se han transformado en cazadores de ofertas, comparando minuciosamente precios y condiciones entre diversas compañías antes de tomar una decisión. Este comportamiento evidencia un cambio cultural: el seguro, antes percibido como un gasto fijo inamovible, ha pasado a ser una de las partidas susceptibles de ajuste en el presupuesto familiar.
A pesar de la comprensible necesidad de reducir gastos, la elección de coberturas limitadas conlleva riesgos significativos. Productores y brókers de seguros advierten que una póliza “terceros simple” no cubre los daños propios del vehículo en caso de accidente, lo que puede derivar en gastos imprevistos y cuantiosos para el conductor. Por ello, se subraya la importancia de evaluar no solo el precio, sino también el nivel de respaldo necesario según el uso y la exposición del vehículo.
Frente a esta nueva realidad, las compañías de seguros no permanecen pasivas. Han comenzado a adaptar su oferta con planes modulares, coberturas personalizables y la implementación de descuentos por pago anual o débito automático, buscando ajustarse a las nuevas demandas del mercado y a la capacidad de pago de los asegurados.
Fuente: Infobae