Importante tala de añejas casuarinas en un predio de calle Corrientes: cuál es el proyecto que hay detrás
Ocurrió la semana pasada en un conocido predio ubicado en las calles Corrientes y Trueba. El terreno, destinado al desarrollo de un emprendimiento inmobiliario, está siendo preparado para la construcción de viviendas privadas y locales comerciales.
Carlos Ianni, uno de los integrantes del fideicomiso a cargo del proyecto, explicó a La Posta que el desarrollo se llama "La Sarita" y se planea plantar "más de 600 árboles en el área, incluyendo un espacio verde de 6.800 metros cuadrados".
Según Ianni, los árboles existentes en el perímetro del predio debieron ser removidos para permitir la apertura de calles y accesos a los lotes. Además, afirmó que muchas de las casuarinas sobre la calle Trueba estaban enfermas o dañadas por quemas de basura en su base, por lo cual todas las del perímetro serían removidas.
Estos altos y pintorescos árboles estaban desde hace muchas décadas y, como muchos eucaliptus, han sido removidos del distrito a medida que se van estableciendo más desarrollos urbanos en grandes espacios o pulmones de la ciudad, que cada vez son más escasos. Pese a la pena que produce que tan añejos habitantes de estos suelos sean cortados en solo horas, el fideicomiso asegura que en el enorme predio, además de cientos de espacios para viviendas, habrá una plaza y se plantarían árboles en cada casa.
"Se va a embellecer mucho el lugar, se va a revalorizar a los vecinos de toda la zona y va a ser algo lindo, no va a ser un cachivache, y va a ser abierto, no un loteo cerrado", expresó Ianni. También mencionó que el municipio mostró interés en establecer una escuela secundaria en el área, lo que contribuiría al desarrollo de la comunidad.
Este caso recuerda al desmonte ocurrido el año pasado en un predio privado de cuatro hectáreas en las calles Tucumán y Maestro Argentino, donde se talaron centenas de árboles añosos para un loteo privado. La ingeniera agrónoma y ambientalista Mercedes Mestre señaló en su momento que "la primera impresión que tengo es de tristeza, esto es irrecuperable", y destacó la necesidad de una legislación que impida o regule estas situaciones. Mestre había enfatizado que "el beneficio ecológico se produce cuando se ven las copas de los árboles unidas", subrayando la importancia de preservar los árboles maduros.
Días atrás, ya habíamos publicado lo que pasaba con los árboles de la Escuela Javier Tapié, una larga fila de Eucaliptus que se removió por orden de la Provincia para evitar riesgos sobre las personas, siendo que en ese espacio se colocarían árboles nativos para reemplazarlos en parte del patio.
En General Rodríguez, la falta de ordenanzas específicas para proteger los árboles añosos y los espacios verdes en terrenos privados ha sido motivo de preocupación. En la mayoría de los casos, la reforestación con árboles muchísimo más jóvenes no alcanza a retribuir ecológicamente los beneficios que aportaban los ejemplares talados. Aunque existen legislaciones provinciales y nacionales en materia ambiental, la aplicación a nivel municipal es limitada y mucho más, en espacios privados, que es básicamente, nula.
La situación actual plantea la necesidad de revisar y fortalecer las normativas locales para garantizar la conservación del patrimonio natural de la ciudad, pero los ámbitos legales son tajantes y salvo que sea por la positiva, es decir, por un acuerdo conveniente para el privado (impositivo quizás), no hay ningún modo de parar la llegada de las toneladas de materiales que irán tapando los espacios verdes privados de gran parte del "distrito del Buen Aire", pero si al menos hubiera real ocupación de más vecinos, quizás se podría lograr un grupo de personas que puedan asesorar a los desarrollos para "negociar" la menor cantidad de extracciones posibles o la evaluación de cuáles pueden realmente representar un riesgo o una molestia.